Un maletín gigante en Nueva York, una persona pequeña
Los conglomerados de lujo parecen estar en búsqueda de nuevas estrategias
Las aspiraciones en el reino del lujo parecen llegar a nuevos niveles cuando Louis Vuitton construyo su nueva tienda de Nueva York basándose en su emblemático Baúl Courrier Lozine 110 de 45.000 euros.
Según diversos medios la fachada inicialmente fue pensada para disimular la demolición del edificio y cubrir los andamios de una manera más creativa y estéticamente placentera. El patrón de la marca parecería no ser pasajero ya que el diseño se ha quedado permanentemente ante la inauguración de la nueva tienda en 1 East 57th Street en Midtown.
Este tipo de estrategia visual no es nuevo en Louis Vuitton. Su primer hotel, próximo a inaugurarse en 2026, también representa uno de sus productos en versión gigante. El hotel estará situado en 103-111 de l’Avenue, París, junto a la tienda más grande de Louis Vuitton en todo el mundo, con una estructura que cubrirá una superficie de casi 6000 metros cuadrados.
Ante las nuevas iniciativas de las marcas para incentivar los comentarios en redes sociales y las compras presenciales cabe recalcar como los consumidores se posicionan frente a estas estructuras. Por supuesto que son llamativas pero, ¿qué tan minimizados quedan los consumidores frente a los conglomerados de lujo?
Lo que parecería ser solo arquitectura de rápida captación de la atención podría tener un valor mucho más connotativo. La industria de lujo se construye en base a aspiraciones “deseo comprar”, “quiero vestirme de x marca”, etc. Estas aspiraciones pueden estar muy lejos o cerca de nuestro bolsillo. Mientras más lejos estén de nuestro alcance mayor será nuestro deseo de adquisición y más grande se siente el producto.
Caminamos por la ciudad de la manzana y al elevar la mirada observamos un baúl gigante con el patrón de LV. ¿Cómo me haría sentir? Vivo en Argentina, pero si tendría semejante edificio ante mis ojos percibiría que la marca trata de comunicarme lo necesario que es tener un producto de lujo.
No obstante, es todo lo contrario. Con las millones de visualizaciones que reciben estas marcas cada vez se restringe más la barrera de quienes pueden adquirir un bolso de estas características y quienes no.
Los conglomerados quieren rebobinar el casete a su característica primordial: ser exclusivos. Si más personas pueden adquirir sus productos menos exclusivos se sienten ante los ojos de posibles consumidores. Un ejemplo de ello fue la subida de precios en Chanel. La marca aumento el costo de sus bolsas entre un 6 a 8% en marzo, por lo que muchos compradores habituales cuestionaron la decisión.
Las marcas de lujo se intentan readaptar en un periodo donde las redes sociales ofrecen un sin fin de oportunidades pero el desafío es el limite entre la exclusividad y las ventas.